Biografía

José Pío Gurruchaga Castuariense

Siervo de Dios

José Pío Gurruchaga Castuariense

“Es preciso irradiar vida de Dios. Sólo así seré un Sacerdote”
José Pío Gurruchaga
  • Infancia 1881-1895

Nació José Pío el 5 de mayo de 1881 en la villa de Tolosa (Guipúzcoa). Fueron sus padres don Florencio Gurruchaga y Larrañaga, de profesión maestro, y doña Narcisa Castuariense y Olivares, también maestra. Vino al mundo mes y medio después de la muerte de su padre.

Recibió el bautismo en la parroquia de Santa María de la Asunción, el mismo día en que nació. Le impusieron los nombres de José Pío. Cuando lo llevaron a bautizar, su madre le prendió un lacito negro en la capota blanca, pues iba de luto.

Doña Narcisa, mujer de fe profunda y acendrada ternura, concentró todo su amor maternal en este hijo, nacido en tan dolorosas circunstancias. Años más tarde su madre contrajo segundas nupcias con don Agustín Ayestarán. De este matrimonio nacieron otros dos hijos: Dolores y Jesús, a quienes José Pío amaría profundamente durante toda su vida.

Según costumbre de aquel tiempo, recibió Pepito, el sacramento de la Confirmación el día 13 de julio de 1884, cuando sólo contaba tres años de edad en la parroquia de San Juan Bautista, de Alegría de Oria.

Como José Pío estaba muy bien dotado para la música, su madre le envió, siendo aún muy niño, a estudiarla a Villafranca de Oria.

El ambiente de aquella familia era intensamente religioso; en él se hacía oración, se atendía a los pobres, y se vivía la vida parroquial. Todo esto dejó huella en el alma de este niño. Mucho influyó en la formación de Pepito su abuelo materno, Don Tomás.

A los diez años empezó a estudiar Humanidades en alguna de las preceptorías que entonces funcionaban: la de Andoain. Concluidos estos estudios, se matriculó en el Seminario Mayor de Vitoria en 1895. Tenía 14 años.

  • Juventud 1896-1921

Su aplicación al estudio fue constante y tenaz, consiguiendo como dice él mismo la calificación máxima en todas las asignaturas. Fue nuestro seminarista devotísimo de la Virgen. A su protección atribuye él, el haber salido con vida de una operación quirúrgica que le practicaron cuando tenía 17 años. Todavía se conserva el escapulario azul que llevó al quirófano, unido a un testimonio de acción de gracias a la Santísima Virgen, escrito por él mismo.

Terminados sus estudios en Vitoria, y deseando ampliarlos para obtener el título de Licenciado en Teología, se matriculó en el año 1902 en la Pontificia Universidad de Zaragoza. Antes de dejar la tierra de la Virgen, Don José recibió el Diaconado de manos del Excmo. Sr. D. Juan Soldevila, en la capilla del palacio arzobispal; esto ocurría en diciembre de 1904. Reintegrado a su diócesis de Vitoria, fue ordenado el 23 de diciembre de 1905. Celebró su Primera Misa solemne en el convento de San Agustín de las Reverendas Madres Agustinas de Hernani, Guipúzcoa, donde era monja una tía suya, el día 27 de diciembre de 1905. Pero antes de comenzar su vida sacerdotal y apostólica le preparó el Señor una nueva experiencia del sufrimiento, de la cruz. Al día siguiente, al regresar sus padres a Zaldivia, en un carruaje de caballos, sufrieron un accidente del que resultó muerto don Agustín Ayestarán, su papá, como le llamaba para distinguirlo del padre que le dio el ser. Su madre sufrió conmociones que la condicionaron mucho.

La providencia, que tiene sus destinos muy concretos sobre él, habla por medio de Don Leandro Soto, Cura Párroco de Irún, que solicita al Sr. Obispo la designación del nuevo sacerdote para ocupar la coadjutoría que tiene vacante en su Parroquia. Y viene el nombramiento: José Pío Gurruchaga, Coadjutor del Juncal en la ciudad de Irún. El 9 de enero de 1906 en Vitoria, el Obispo firma el nombramiento y tres días después estaba, don José, en su querida parroquia; aquí tendrá más trabajo y más campo del que haya soñado. Desde el día en que toma posesión de su cargo, va tanteando el terreno que pisa: midiendo distancias, olfateando urgencias pastorales… Desarrolla una infatigable labor catequística; será un celoso consiliario de la Acción Católica, un experto director de almas, un promotor de la renovación litúrgica.

Como no podía ser menos este sacerdote es un enamorado de la Eucaristía. Amor que se traduce en un intenso apostolado eucarístico. Fundará en la Parroquia la Obra Eucarística para muchachos llamada: “los Turnos de S. Tarsicio”; crea la Obra de las Marías de los Sagrarios y Discípulos de S. Juan, fundada hacía poco por San Manuel González. Hay que añadir en este breve recuento de su apostolado eucarístico el fomento de los “Jueves Eucarísticos”, la organización de la Adoración Diurna al Santísimo Sacramento. Fue también un gran admirador e impulsor de la Adoración Nocturna. Cuando en razón de su cargo de Director Nacional de la Obra de San Pedro Apóstol, traslada su residencia habitual a Madrid, allí es nombrado presidente de la Liga Eucarística de los Sacerdotes Adoradores. Con estos escuetos datos queda demostrada la primacía que daba al culto de la Eucaristía.

Los problemas sociales de su tiempo calan en su alma y fiel siempre a las directrices de la Iglesia, fundará 11 sindicatos de los cuales fue nombrado Consiliario por el señor obispo el 3 de mayo 1916.

El celo y las ambiciones espirituales de don José no quedaron satisfechos con atender a sus hermanos más próximos. Este gran sacerdote es universalista y hasta ecuménico. Por eso, ya en 1916 implantó en la parroquia de Santa María del Juncal las Obras Misionales que empezaban a germinar en España. La Propagación de la Fe y la Obra de la Santa Infancia arraigaron enseguida.

Don José fue el primero en introducir en España la Obra Misional del Clero Indígena en el año 1918.

  • Madurez 1922-1967

Cuatro años más tarde será nombrado por la Congregación de “Propaganda Fide”, primer Director Nacional de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol.

Toda esta incansable actividad la va a centrar en la fundación de una Congregación Religiosa para ayuda del sacerdote en el ministerio de la Parroquia. La constante referencia a la necesidad de esta ayuda, la recogen tres militantes de la Acción Católica femenina, que secundan incondicionalmente la idea de esta vocación y asimilan el espíritu sacerdotal llevando a la práctica las iniciativas propuestas. Se agolpan las dificultades e incomprensiones, pero ellas, con la confianza puesta en Dios, superan los escollos y van configurando la realidad de la vida religiosa que en el futuro profesarán. El 6 de febrero de 1927 en Irún comienza su andadura, con 7 jóvenes, la Pía Unión de Hijas de la Unión Apostólica, hoy Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote. Esta pequeña semilla a su muerte será un floreciente árbol con 18 casas diseminadas por la geografía española.

El 2 de febrero de 1953 a ruegos de Don Casimiro Morcillo, primer Obispo de Bilbao, acepta el deanato de la Catedral de Bilbao. Viene dispuesto a rendir y a procurar que todos tributen al Señor de la Majestad toda la gloria que el hombre puede dar a su Dios con unas celebraciones litúrgicas bien celebradas y vividas. Poco a poco la Catedral del Señor Santiago se va transformando y hermoseando por iniciativa de su Deán. A la sombra de “su catedral” como le gustaba llamarla su vida se va gastando en una alabanza a Dios.

En el año 1966 visita por última vez las casas de su Instituto.

En el invierno de este año le atacó una bronquitis que pudo superar en diez días, pero la recuperación no llegó a ser completa. Rara vez podrá volver a salir a la calle. En febrero del 1967 se acentuó la gravedad, pero aún no había llegado la hora. El Señor quería que continuara llevando la cruz de su ancianidad por unos meses.

El día 20 de mayo, sábado, aún pudo celebrar el primer aniversario de la Aprobación de su Obra predilecta, por la Santa Sede. “Mi misión en la tierra está cumplida”, había dicho el año anterior al recibir el Breve de Roma. Son sus últimos días. Cansado y sin fuerzas, ve acercarse el momento de la partida.

Amanece el 22 de mayo 1967, D. José Pío dice a un beneficiado que le acompaña: ”Que me traigan muy pronto la comunión, porque yo me marcho; luego será tarde”. Los momentos son impresionantes. Dos respiraciones más hondas, dulcemente levanta sus ojos hacia el cielo, los cierra… y se duerme en la tierra para despertar en el cielo. Todo tan sencilla y suavemente como ha vivido. Son las doce del mediodía: tocan al Angelus… y Ella, su Señora, como siempre la llamó, le habría recibido en sus brazos maternales para presentarlo ante el trono de la Santísima Trinidad.

Sus restos mortales descansan esperando la resurrección en la Casa Madre de la Congregación, en Irún.

El 19 de octubre de 1990 se inició en Bilbao el proceso diocesano de beatificación, cuya apertura presidió el Sr. Obispo D. Luis Mª Larrea, clausurándose felizmente, bajo su presidencia, el 13 de marzo de 1993, en la catedral de Bilbao.

El 11 de octubre de 2016 se entrega la Positio en la Congregación para las Causas de los Santos.

El 23 de enero del 2020 el Santo Padre Francisco autorizó, a la Congregación de las Causas de los Santos, a promulgar el Decreto por el que se le declara Venerable, reconociendo así sus virtudes heroicas.

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